En ocasiones, al mismo tiempo que me enervo cuando compruebo cómo el mercado literario hace negocio de todo, me enorgullezco de ellos y esto, aunque controvertido, tiene su sentido.
La literatura es cultura, y hasta el libro o la novela con mayor ficción del mundo puede enseñarte algo y, viéndolo todo desde ese prisma, que hagan “merchandising” de Gustavo Adolfo Bécquer me da un poco de urticaria. Sin embargo, por otro lado, hemos llegado a un punto ene l que la sociedad tiene un porcentaje alto de reticencia a pasar horas delante de un libro leyendo y hay que animales a que lo hagan si no queremos que acaben viendo las mejores historias, las mejores escritas, sólo a través de una pantalla de cine. Es entonces cuando pienso “¡Viva el Merchandising” porque, gracias a él, la juventud lee (aunque sólo sean las famosas trilogías que tan de moda están ahora.
Actualmente se hacen hasta concursos para seguidores de ciertas novelas o escritores. Uno de los últimos fue el diseño de una taza para promocionar a la escritora española Matilde Asensi. El diseño ganador fue el de David Martínez, un periodista apasionado a la lectura que creó “El último tazón”, un divertido juego de palabras que hace referencia a la afamada novela de la escritora “El Último Cantón”.
Visto así ¿qué tiene de malo el merchandiding? Tampoco hay que se tan puristas como para rechazar algo que puede promover la lectura ¿verdad? ¿De qué lado estás tú?
Hace poco, una escritora de cuentos infantiles, promocionó su última obra regalando una preciosa tarta de pañales de destallescuco.es que llamaba la atención al instante. En esos casos, si el libro es bueno, educativo, pedagógico y creativo ¿qué tiene de malo que la escritora promocione su venta regalando o vendiéndolo en pack junto a una tarta de pañales?
Las ventas del libro de cuentos se dispararon con esta campaña promocional aunque no está muy claro si la gente compraba el libro y se llevaba una tarta de pañales para regalar, o se compraban la tarta de pañales y se llevaban un libro de cuentos de regalo, pero este es otro tema del que podríamos debatir durante horas.
Dicho esto entenderéis que, a pesar de que hay un “miniyo” dentro de mí que me dice que la cultura no se debe promocionar de esa manera, pienso que si eso, o cualquier otra cosa que no haga daño a nadie, puede promocionar la lectura entre jóvenes y no tan jóvenes, es bienvenido.
Actualmente la novela juvenil se ha convertido en un negocio editorial que gana lectores y eso es algo obvio. Puede que algún profesor quiera que sus alumnos lean “El Quijote” antes que la saga “Crepúsculo” pero llegado a este punto yo me conformo con que lean. Lo mismo se aficionan al asunto y en pocos años los vemos leyendo “Cien años de soledad” o “Guerra y Paz”, lo de “El Quijote” ya no lo tengo tan claro.
Según las estadísticas, en 2016 se publicarán unos 16 títulos de novelas juveniles por mes, casi el doble de los lanzados el año pasado. Si seguimos así vamos a acabar inundados por cientos de “Juegos del Hambre” y “Corredores del Laberinto”, pero ¿y qué? Es tan simple como no leerlos si no te interesan.