Me licencié en Filosofía en el año 2010 y poco después me concedieron una beca de investigación en una afamada universidad de Marruecos, país en el que resido actualmente, y del que no me pienso mover.
En Marruecos había encontrado mi lugar especial, mi paraíso perdido y una nueva forma de vivir apartada de la asfixiante vida occidental, tan preocupada por lo superfluo y lo material. No quería volver, quería quedarme allí para siempre, y mis deseos de quedarme en ese bello país se hicieron más fuertes cuando conocí a Alan, mi novio, mi compañero y mi alma gemela, con el que compartía tantas aficiones, intereses y largas charlas de alcoba. Hasta ese trágico día…
Alan, llevaba casi una década trabajando en un proyecto propio en Marruecos, un proyecto muy ambicioso y por el que había dejado de lado importantes ofertas de empleo estupendamente remuneradas, pero su sueño siempre había sido proteger a los animales salvajes, los grandes olvidados, los abandonados a su suerte y convertidos en mercancía de contrabando, presas de cazadores desalmados o víctimas de los desastres naturales y de la contaminación ambiental provocada por el ser humano. En concreto, Alan llevaba un proyecto para proteger a los monos marroquís, asesinados o secuestrados para divertir a los turistas, lo que ahora mismo coloca a esta especie en una difícil situación al borde de la extinción.
Desde el momento de conocernos nos hicimos inseparables, tanto dentro como fuera del trabajo, llegando a tener un nivel de complicidad inimaginable. Nunca había sido tan feliz, por fin había conocido a alguien como yo.
Pero para mi sorpresa, un día, el dinero se acabó, y el centro me comunicó que no podría seguir financiando mi trabajo de investigación, que lo sentían mucho, pero que muy a su pesar tendría que abandonar mi labor en esa universidad. Tendría que volver a España, y de momento eso no entraba en mis planes, ¿qué podía hacer? Mi relación con Alan terminaría, un noviazgo a distancia no es precisamente lo que había planeado.
De cómo la lucha de Alan se hizo también mi lucha
Lamentándolo mucho regresé a España, la Universidad de mi ciudad natal me había ofrecido colaborar en un proyecto similar al que venía haciendo en Marruecos y tan sólo tenía que homologar mis estudios en ese país, para ello necesitaba los servicios de un traductor jurado árabe. Rápidamente envié toda la documentación a Jti, traductores jurado oficiales y no tardaron nada en enviarme la traducción y a un precio realmente económico. Esta empresa dispone de un extenso y selecto grupo de traductores jurados-traductores jurados oficiales nombrados por el Ministerio de Asuntos Exteriores, con una gran experiencia en traducciones oficiales de documentación diversa, contratos, escrituras notariales, poderes, licitaciones, cuantas anuales, constitución de sociedades y estatutos, expedientes académicos, expedientes de adopción, traducción de patentes, poderes, certificados, etc…
Alan venía mucho a verme y yo también viajaba a Marruecos, y aunque lo íbamos llevando, no éramos felices así, sobre todo yo, que añoraba enormemente el país africano. Así que, 6 meses después, regresé. Alan me había conseguido un trabajo en la librería de un Hotel español.
Poco a poco fui metiéndome en el proyecto de Alan, su verdadera pasión, su vida y finalmente, también su sueño eterno. El problema del asesinato de monos en Marruecos va en aumento, hasta el punto de encontrarse en peligro de extinción. Así que Alan llevaba a cabo diversos planes de acción dirigidos fundamentalmente a intentar poner fin a esta práctica cruel y sangrienta, lo que le habría creado no pocos enemigos en el país.
Yo estaba entusiasmada con el proyecto y su lucha se hizo también la mía, hasta el día de hoy. Aquí, los monos son brutalmente asesinados y utilizados en rituales de brujería y las crías son secuestradas y separadas de sus madres con la única finalidad de entretener al turista.
Alan se convirtió en un verdadero problema para estos asesinos, hasta que un día, mientras descansaba al sol, alguien se acercó en silencio y le metió un tiro en la cabeza, acabando con una vida intensa y comprometida hasta el final.
Hoy no estás, pero tu lucha sigue viva en mí.
Hasta la vista, Alan…