Una de las máximas del escritor es conocer a la perfección el terreno en el que los acontecimientos de su historia se van sucediendo. Este es un factor fundamental. Las descripciones de los lugares dan muchísima verosimilitud a la historia y, desde luego, eso la enriquece de una manera sustancial. Por eso, trasladarse hasta dicho lugar para captar el más mínimo detalle de él es una cuestión a tener en cuenta por parte de los storytellers.
Es curioso, pero si tenemos en cuenta esta posibilidad nos daremos cuenta de que escribir ofrece la oportunidad de viajar. Dos de las cosas más bonitas que existen en la vida se entrelazan y ofrecen una libertad y un estilo de vida que es el más interesante de todos cuantos se puede tener. Una verdadera maravilla.
Tengo que reconocer que escribir historias es lo que más me gusta en esta vida. Desde que era muy joven lo he hecho y es mi gran hobby, mi gran pasión. En mis relatos y novelas suelo huir de la ciencia ficción. Me gusta que mis historias estén basadas en hechos reales o, en su defecto, que se desarrollen en lugares reales. Por eso me encanta conocer de primera mano esos lugares para transmitir sus descripciones exactas en mis líneas.
El año pasado tenía pensado escribir una novela que tenía como lugar central la ciudad de Sevilla. La historia tendría lugar durante los años 30 –en concreto, el tema principal de la misma es el golpe de Estado del 18 de julio de 1936– y, aunque es cierto que la ciudad ha cambiado una auténtica barbaridad durante los últimos ochenta años, siempre conviene estar sobre el terreno porque éste siempre nos da pistas sobre lo que pasó allí.
En mi caso, necesitaba estar en la ciudad también porque de esta manera podría tener acceso al archivo histórico municipal, en el que encontraría documentos que me ayudarían a contextualizar mi historia. Quedarme en Sevilla durante unas cuantas semanas sería imprescindible para mí y por eso necesitaba un lugar en el que hospedarme con la garantía de que iba a estar completamente a gusto y bien atendido.
Un hotel de primera calidad era la opción que más barajaba. Así que cuando, ya para este año, empecé a tener una idea mucho más clara de lo que quería para mi novela, empecé a buscar ese hotel que satisficiera mis deseos. La verdad es que tardé poco en encontrarlo. Se trataba de Mercer Sevilla, un hotel de lujo situado en la ciudad hispalense que apenas acababa de abrir sus puertas y que ofrece un descuento de hasta el 40% en estancias hasta febrero de 2017.
Lo vi tan claro que cogí el teléfono e hice la reserva de manera inmediata. Unos días después allí me encontraba, en uno de los lugares más distinguidos de Sevilla preparado para darle mucho juego a mi novela.
Una atención extraordinaria
Jamás me han ofrecido un servicio tan completo en un hotel. Además de que tanto la habitación como el resto de las instalaciones eran cómodas y amplias, el personal del hotel se mantenía al tanto de mis necesidades en cuanto lo necesitaba. La habitación estaba limpia apenas poco tiempo después de que me marchara, el restaurante ofrecía unos menús extraordinarios y los espacios recreativos me evadían de todo el cansancio y las preocupaciones que me dejaban mis investigaciones al final del día. Cada vez tenía más claro que no me había equivocado eligiendo aquel lugar ni muchísimo menos.
Después de una semana en la ciudad di el trabajo por concluido. Llegaba entonces el momento de marcharme y de hacer valoración de todo lo vivido. Había cumplido el objetivo con el que llegué a la ciudad y, desde luego, el alojamiento había sido de sobresaliente. En caso de volver a la ciudad, cosa que hoy me sigue apeteciendo, no tendría dudas acerca de dónde hospedarme. En un verdadero oasis de paz y tranquilidad.