El término anciano deriva de la palabra antianus, del latían, y significa que va delante o que es anterior. Esta palabra se forma a partir del adverbio y preposición ante, que significa delante o antes. De esta raíz se derivan palabras como anterior, antaño, antiguo o antigüedad.
La sociedad actual, es una sociedad que no valora a la gente anciana, es una sociedad que sólo valor a las cosas en función de su utilidad, y en este sentido, la tónica general, es pensar que la gente mayor no sirve para nada. Para muchas personas, l@s ancian@s no son más que una molestia, un estorbo del que es necesario desprenderse.
Ya desde la Grecia Clásica, las leyes obligaban a respetar a l@s más mayores, pero evidentemente y teniendo en cuenta la mofa que se hacía de l@s ancianos en las comedias griegas, no todo el mundo acataba esta norma. Aunque filósofos como Platón relacionan la vejez con la virtud (areté) y la vida feliz. Este fiel discípulo de Sócrates afirma lo siguiente en relación a la vejez:
«Pero aquel que nada tiene que reprocharse abriga siempre una dulce esperanza, bienhechora, nodriza de la vejez.»
Platón. “La vejez”. La República, Libro I
En la misma línea de Platón tenemos al gran filósofo griego Pitágoras afirmando que Una bella ancianidad es, ordinariamente la recompensa de una bella vida.
Pero su momento de gloria lo vivieron los ancianos en las culturas primitivas. Estas culturas veneraban a sus mayores a los que consideraban sabios y conocedores de todos los secretos del universo, que mantenían contacto con los dioses. Cuanta mayor edad tuviera el anciano, más respetable era éste. Los ancianos se relacionaban con la brujería, la magia y la sanación, aunque también eran buenos consejeros y tenían una gran destreza para la resolución de conflictos. La longevidad de las personas, al contrario que en épocas posteriores, era símbolo de sabiduría y motivo de admiración, ya que los ancianos encerraban en su memoria todo el saber de sus antepasados.
Pero la cultura occidental, heredera de la tradición griega-judeo-cristiana, borró de la memoria popular la idea que relacionaba la vejez con la sabiduría, la virtud y la felicidad. El sentido de la palabra anciano adquirió un carácter peyorativo que continuó durante la Edad Media, el Renacimiento y la Edad Moderna, y que ha llegado hasta nuestros días. A partir de Grecia, lo bello, lo nuevo, lo joven poseen una connotación positiva, mientras lo contrario, lo feo o lo viejo, se considera algo negativo y no deseable.
Hoy más que nunca la gente quiere permanecer eternamente joven y recurre a técnicas y a productos cosméticos milagrosos que prometen la juventud eterna, sin ser conscientes de que la verdadera fortuna consiste en el hecho de poder llegar a viej@s.
Pero afortunadamente existen centros que se preocupan realmente del bienestar de l@s mayores y de sus familias. Sanvital, tiene residencias y apartamentos tutelados para mayores en Madrid que ofrecen servicios “a la carta”, personalizados en función de las necesidades y preferencias de los usuarios. Entre sus servicios destacan:
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Vejez y sabiduría
Envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.
Ingmar Bergman
El sabio, es aquel que acumula mucha sabiduría y mucha virtud, y tal acumulación de saber sólo puede alcanzarse con la edad madura, recordemos el viejo dicho popular: Sabe más el diablo por viejo que por diablo.
Sin duda la madurez nos hace sabios, tomamos mejores decisiones, y reflexionamos más. Aprendemos en definitiva a tener paciencia y a vivir respetando y aceptando el curso de los acontecimientos. Y aquí reside la verdadera sabiduría, no tanto en la acumulación de conocimientos como en la forma de enfrentarse a los problemas con templanza, paciencia y serenidad.
Desgraciadamente son pocas las personas capaces de vislumbrar la virtud que encierra la vejez.