Unai soñaba cada día con ser el Leo Messi de un pequeño pueblo de Valladolid. Su cara era el reflejo de la picardía, de las ganas de comerse el mundo, pero también de la timidez de cara a un mundo que no conocía. Desde hace muchos meses estaba esperando una llamada que no acababa de producirse. Un teléfono que no sonaba, y que cuando lo hizo, lo hizo en el peor de los momentos.
Con 11 años hizo las pruebas para entrar a jugar en el FC Barcelona. Siempre recuerda ese día con ilusión. Sigue diciendo que el mejor de su vida. Después de un viaje casi maratoniano hasta la ciudad condal, después de disfrutar de una noche mágica en uno de los hoteles de más lujo de Cataluña, el gran día había llegado.
Unai limpiaba con mimo las botas de fútbol. Esas personalizadas con sus iniciales UF y con un LM (Leo Messi) al lado. Las compró en la web de marianssport.com. Su página favorita. Con 12 años no le importaban las webs de videojuegos, ni de redes sociales, su primera cibervisita del día era para comprobar si había un nuevo modelo de botas de fútbol. Era su pasión.
La mañana de las pruebas en La Massía fue el día más especial. Después de muchos sábados con frío madrugando parar jugar, era su momento. No le importó que a su lado hubiera jugadores que le sacaran dos cabezas, ni siquiera esos jugadores africanos que no sabemos ni su edad y que mi marido siempre bromeando diciendo “si tienen más pelo en las piernas que yo”. La verdad es que se comió a todos. “De qué juegas” le preguntó uno de los entrenadores y coordinadores de la prueba. “De todo”, contestó él con desparpajo. Una contestación que siempre gusta. Y es que Unai disfrutaba tanto metiendo un gol como dando una asistencia. Incluso animando desde el banquillo. La vitrina de su habitación estaba llena de premios. Más de uno al máximo goleador, pero curiosamente el que más ilusión le hacía era uno que le hicieron sus propios compañeros cuando se tuvo que cambiar de equipo. “A Unai, para que nos recuerde siempre. Sonríe a la vida porque los goles nunca te faltarán”.
Ya te llamaremos
Acabó la prueba muy ilusionado. Demostró hambre, aunque es cierto que tuvo dos errores por los nervios, pero sobre todo evidenció ilusión. Su prueba acabó con el ya famoso “ya te llamaremos”. Una frase que con 11 años no se es aún consciente de lo que te puede llegar a doler. Volvimos a casa ilusionados. Esperando una llamada con toque azulgrana.
Sin embargo, el sueño de Unai se convirtió una mañana en una pesadilla. En la de romperse todos los sueños a 120 kilómetros hora. La misma velocidad que llevaba el coche que acabó con su vida. Hoy, en un día tan especial como el que hubiera sido tu 16 cumpleaños, te recuerdo con este microrrelato. Sé que te has ido físicamente, pero no mentalmente. Porque querido Unai sigues estando presente en cada segundo y sobre todo en cada gol que Messi, tu gran ídolo, sigue anotando en la liga. Hoy curiosamente sonó el teléfono. Era del FC Barcelona, Unai ya tenía su puesto reservado para comenzar a entrenar. Ya es tarde, pero mi hijo sigue sonriendo porque los goles nunca le faltarán.