Cuando decimos eso es una lotería, hacemos alusión a que se trata de algo verdaderamente complicado de conseguir a razón de las probabilidades. Sin embargo, aun sabiendo que el hecho de que te toque la lotería, es algo sumamente difícil y complicado, ahí están esas probabilidades, a la mayoría le gusta probar suerte. No se trata de algo bueno ni malo. En el caso particular de la lotería de Navidad, parece que si no se juega al menos con una participación te va a perseguir la mala suerte. Esta tradición de jugar a la lotería en el sorteo extraordinario de Navidad es parte de nuestra cultura popular. Cultura popular de peso, puesto que en otros países no dudan a la hora de encargar algún décimo para probar con la diosa Fortuna.
Por otro lado, aunque se trata de parte de nuestra cultura y raíces, recordemos la lotería surgió a principios del siglo XI, desconocemos su historia en gran medida. Sabemos que desde hace siglos, se celebra un sorteo en el que se puede ganar una sustanciosa cantidad económica y que en navidades, ese sorteo va más allá. El fervor que causa el sorteo de Lotería es cada vez mayor, traspasa fronteras y se anticipan las ventas de los décimos durante meses. Antaño, nos ceñíamos más a la tradición que al marketing al que sucumbimos ahora.
Al margen de toda esta palabrería, hemos reparado en algo que nos ha resultado curioso: la imagen del décimo de lotería. Hemos preguntado en la administración de Lotería María Victoria sobre los primeros décimos de lotería y la historia, no ha dejado de sorprendernos. Por lo que hemos decidido escribir al respecto a modo de curiosidad cultural, para todos aquellos amantes de la tradición que gusten de conocer hasta el más mínimo detalle.
Un paseo por la historia
Si nos remontamos a los orígenes de la lotería y como se realizaban las apuestas, los décimos actuales, son diametralmente opuestos. Incluso en las últimas décadas, han sufrido sustanciosos cambios en su apariencia. En sus orígenes, si echamos la vista atrás en el tiempo, para jugar a la lotería, un postero, anotaba en un libro el número por el que se quería jugar, proporcionando a modo de rescuentro y pagaré, una cédula de papel que servía para garantizar la participación.
Fue a principios del siglo XX que los billetes de cada sorteo, se embellecían. Para ello utilizaban diferentes tipos de cenefas que conformaban un rico y variado muestrario de formas decorativas. El Museo del Prado, conoce bien estas cenefas. El tamaño del billete, fue variando a través del paso del tiempo, a medida que se introducían elementos entre los cuales se encontraba el escudo nacional.
La evolución de los décimos de lotería resulta tan evidente como curiosa, tanto que la pinacoteca nacional, hace gala de la misma y asegura que fue en el caso del Sorteo de Navidad, cuando se comenzó a incluir en el diseño alegorías de la fortuna. Entre las que cabe recordar como primeras, el cuerno de la abundancia o la rueda alada. Esto fue así hasta los años sesenta del pasado siglo, cuando el diseño de los décimos cambió.
Podemos decir con seguridad que mil novecientos sesenta, fue el año en que se produjo el cambio definitivo. El punto de inflexión del diseño, cuando se incluye en el diseño, una ilustración con un motivo único y exclusivo en cada sorteo que se celebre. Hasta los años noventa, se puede decir que cada una de esas ilustraciones constituía en sí misma, una verdadera creación artística, por parte de la Real Casa de la Moneda de Madrid.
Un poquito antes de ese momento clave en el curso de la historia de la lotería y los décimos que se vendían, allá por mil novecientos cincuenta y tres, la fábrica nacional de moneda y timbre, se puso manos a la obra para fabricar los billetes de lotería. Para su cometido, utilizaban un papel especial de seguridad. El mismo que se utilizaba para elaborar documentos de valor y garantía. Quedando el espacio izquierdo, de forma definitiva, reservado a las imágenes que todavía hoy, nos sorprenden.
Las primeras obras que se eligieron para ocupar este espacio, en los años cincuenta y cuatro y cincuenta y cinco, respectivamente, fueron fragmentos de famosas obras de Goya, pertenecientes a la exposición del Museo del Prado. “La vendimia” y “Los muchachos cogiendo fruta”, fueron las elegidas. Esto nos lleva al hecho de que el Museo del Prado, juega un papel esencial en el diseño de los décimos.
La aportación artística que el Museo del Prado hace al diseño de los aclamados décimos son un hecho ineludible. Son muchos los cuadros del reputado museo que han inspirado las imágenes con las que Loterías y Apuestas del Estado nos sorprenden y han decorado sus billetes desde los años sesenta. El propio museo explica que los décimos correspondientes a los sorteos Extraordinarios de Navidad y El Niño, han sido decorados de forma tradicional con pinturas de los grandes maestros de la pintura. Precisamente artistas de la talla de El Bosco, el Greco, Velázquez o Murillo, los mismos que copan las paredes y galerías del museo. Algunos de ellos, repiten con distinta imagen, como el caso de la citada “La vendimia” de Goya, cuya obra “La Sagrada Familia con Juan bautista” se utilizó más de cuarenta años después.
Sin embargo, son muchos los artistas que han tenido el privilegio de formar parte del décimo. Españoles de renombre como Velázquez y su “Adoración de los Reyes Magos” formaron parte del décimo en el último sorteo del siglo pasado. A modo de curiosidad, diremos que el rey mago de mayor edad que aparece en el citado cuadro pero quedó recordado en el décimo, no era otro que el propio Velázquez, quien gustaba de colorarse en sus obras. Este hallazgo, aunque no venga al caso, confirmaba la teoría de que los tres personajes que aparecían en el cuadro, no eran otros que su mujer y su hija (las de Velázquez, obviamente).
Elementos que componen el décimo de Lotería de Navidad en la actualidad
Es fácil reconocer un décimo de lotería. Si se trata de uno de Navidad, más fácil todavía, dado que, a buen seguro es el único décimo que todos hemos tenido en algún momento. Sea por encargo, porque nos lo han regalado o porque lo compramos para jugar nosotros, se trata de un décimo con demasiada reputación y nombre como para no reconocerlo. Aun así, difícilmente, seamos capaces de conocer sus elementos como corresponde. Por lo tanto, no está de más, recordarlos.
Aparte de la mencionada imagen de la izquierda, sin duda, la parte más representativa de este tipo de billetes, el diseño del décimo se conforma de otros elementos que no pueden faltar para garantizar su validez. En la parte central del décimo, de arriba abajo, encontramos la denominación “S.E. Loterías y Apuestas del Estado”, el número de la participación con la que se juega en el sorteo. Cada cifra, lleva su nombre escrito en letra justo debajo. Igualmente debe rezar “Lotería Nacional de Navidad” con la fecha del sorteo que siempre es el 22 de diciembre del año en curso. También figura la firma del presidente, el logotipo de Loterías y Apuestas del Estado y el código de barras.
La parte derecha, se reserva para otra información. De arriba abajo, se hacer referencia al número de sorteo en lo que va de año, el último sería 102/24; seguido del número de serie, la fracción y, por último, el precio del décimo que, siempre es de veinte euros.
Estos son todos los elementos que componen un décimo de lotería. Sin ellos no se puede identificar la validez del décimo. Además de fabricarse con un papel y tinta especiales, susceptibles de análisis en caso de sospechar de una falsificación.
Parte de nuestra tradición y cultura, la lotería es un juego de azar que va más allá con el Sorteo Extraordinario de Navidad. En este caso particular, participar en el mismo, supone dar inicio a la época navideña y afrontar la misma con mayor ilusión. Sobre todo, si te toca un pellizquito, ya que se trata de uno de los sorteos que más premios concede en todo el país. Quien más y quien menos, juega de alguna manera. Bien sea por que juega con la familia, le regalan un décimo o lo comparte. La ilusión no se pierde, aunque haya algunos escépticos.
Poco más se puede decir respecto de los décimos de lotería. Se trata de verdaderas obras de arte en miniatura que pueden enriquecer a quien las porta. Si bien, con el paso de los años, han evolucionado en tal medida que han pasado de ser meros pagarés o participaciones con poca imaginación y entusiasmo (solo rezaba el número jugado y el importe), a convertirse en joyas de la tradición. Para más de uno, coleccionar décimos de la Lotería de Navidad, es con toda probabilidad el mayor premio. Como si de una colección de cromos se tratara.
A partir de ahora, prestaremos más atención a los elementos y, por supuesto a la imagen estrella que cope el décimo. Siguiendo en línea con la tradición, se tratará de una obra de arte.