Saber vestir es todo un arte. Pero saber cómo vestir en un momento determinado y en un ambiente concreto lo es todavía más. En ocasiones, no es nada fácil saber qué ropa nos puede hacer parecer más correctos. No nos sentimos completamente seguros (lo cual nos puede pasar factura a la hora de expresarnos y gesticular) y solemos pedir consejo a nuestros allegados para saber qué hacer.
Cuando en una situación así entran niños, el problema puede llegar a ser sideral. Si el muchacho se siente incómodo con la ropa que lleva puesta, lo va a manifestar mediante quejas continuadas y será muy difícil que se muestre tranquilo y sereno. Y no hace falta añadir las consecuencias de que un niño no esté tranquilo y relajado.
En una ocasión, un niño me sorprendió. Desde hace una década tengo una tienda de ropa infantil en mi pueblo, por lo que estoy acostumbrado a tratar con ellos y con sus padres. En aquella ocasión, se daban circunstancias un tanto excepcionales: el chaval tenía que acudir a un certamen literario provincial. Al parecer, era una eminencia para su edad (unos 8 años) en el mundo de las letras. Por otra parte, a este muchacho no le gustaba vestir de una manera diferente a la deportiva.
Sus padres andaban preocupados. Para acudir al certamen no hacía falta vestir de etiqueta, pero su hijo no podía presentarse en el evento con una camiseta del Real Madrid y con unos pantalones de chándal. Querían ropa moderna: unos pantalones vaqueros, una camisa o un polo, entre otras cosas. La pareja tenía la esperanza de que aquel fuera el punto de inflexión necesario para que su hijo cambiara sus hábitos en cuanto a la ropa.
Aunque el muchacho se comportó de manera rebelde durante los primeros minutos, al final terminó comprobando que con la ropa que le estaba proporcionando se veía bien. Se miraba en el espejo con interés y parecía que en su cabeza algunas ideas preconcebidas estaban siendo eliminadas.
Sus padres, atónitos, me dieron las gracias y me preguntaron de dónde sacaba yo la ropa con la que había logrado convencer a su hijo. Les hablé de mi mayor proveedor, www.gruporeprepol.eu, que es un grupo mayorista especializado en el sector de la moda infantil. Me dieron las gracias y me prometieron que volverían para completar el armario del niño ya que parecía haber dado el primer paso para dejar de vestirse siempre con ropa deportiva.
Algún tiempo después me encontré a los padres tomando algo en un bar. Se acercaron a mí y me dijeron que su hijo había quedado segundo en el certamen, que había dejado una muy buena impresión y que ya se planteaba presentarse a nuevos concursos para continuar así con su carrera literaria.
Una imagen positiva de nosotros mismos
La moda es útil en casi todos los aspectos de la vida y, combinada con cualquier otro aspecto en el que destaquemos, ayuda a que los demás se formen una imagen positiva de nosotros. La ropa también habla y, si sabemos emplear la correcta en los eventos adecuados, tendremos muchas posibilidades para que también se forme esa imagen buena que de nosotros queremos transmitir.
Este fenómeno también es extrapolable a los niños, como os he contado en el ejemplo del chaval que quedó segundo en el certamen literario. ¿Hubiera quedado segundo en el certamen si hubiera acudido vestido de otra manera? Pues lo más probable es que sí, porque lo que se valora es la calidad literaria del texto que se presenta, pero gracias a ello ha aprendido que de cara al futuro no solamente el trabajo cuenta, sino que también lo hace la imagen. Y aprender esto es tan importante como cualquier premio.