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¿Por qué decir self service si se puede decir autoservicio?

La profusión de neologismos procedentes de la lengua inglesa acostumbra a crear conflictos y problemas de estilo a los escritores. Es el caso, por ejemplo, de la distinción entre la construcción ‘self service’ y su forma española autoservicio, presente en fórmulas como lavandería de autoservicio, gasolinera de autoservicio, supermercado de autoservicio, franquicia de autoservicio, etcétera. Según indica la Fundación del español urgente (Fundeu), tomando como punto de referencia el diccionario panhispánico de dudas, ‘self service’ es un anglicismo innecesario dado que, como se aprecia en los ejemplos anteriores, el español ya cuenta con su equivalente, autoservicio, para referirse al “sistema de venta en el que los productos están al alcance del comprador, el cual elige los que le interesan y los paga posteriormente”. De este modo, Fundeu aconseja el empleo de construcciones como “yo siempre llevo mi colada a lavanderías de autoservicio” en vez de “yo siempre llevo mi colada a lavanderías self service”. Del mismo modo, la Fundeu rechaza la forma híbrida ‘autoservice’ y explica que el término autoservicio se ha de escribir todo junto y en redonda, “separado (auto servicio) ni con guion (auto-servicio)”.

Lavadora

Otro de los campos que más sufre el acecho de los anglicismos innecesarios es el del mercado laboral, donde la preeminencia del idioma de Shakespeare como lengua franca extiende su dominio incluso a los términos que definen las jerarquías y puestos de trabajo. Aunque en muchas ocasiones, todo esto se reduce a la pretensión de lucir nombres pomposos en el currículum. Es el caso del prestigioso CEO, siglas que han encontrado fortuna en las plataformas de búsqueda de empleo y en los medios de comunicación para designar al cargo ejecutivo que ocupa la cúspide de una empresa o de una compañía. CEO (siglas inglesas de chief executive officer) tiene su alternativa adecuada en el español: los más prosaicos pero correctísimos consejero delegado,  director general, presidente ejecutivo, director ejecutivo, etcétera, según la conveniencia. Sea como fuere, el comodín genérico sería el de primer ejecutivo.

También relacionado con el terreno laboral, aunque extensible al ámbito político, artístico, científico y empresarial, se encuentra el término ‘know-how’, que define el Diccionario panhispánico de dudas como el “conjunto de conocimientos y técnicas acumulados, que permite desarrollar con eficacia una actividad en el ámbito artístico, científico o empresarial”. Es decir, que se puede sustituir a la perfección por la locución más local e inteligible “saber hacer”, sostiene la Fundeu, la cual también aconseja recurrir a conceptos como experiencia o conocimientos, en plural, para enriquecer el texto con sinónimos válidos o evitar ambigüedades en contextos donde “saber hacer” pueda interpretarse en su acepción de “habilidad para desenvolverse con tacto en cualquier situación”. En caso de ser un anglófilo recalcitrante, el escritor al menos ha de tener en cuenta la recomendación de escribir la voz inglesa con guion y en cursivas, signos estos últimos que se pueden reemplazar por comillas en la escritura manual. Algo semejante ocurre con la locución ‘think tank’, que acostumbra a emplearse porque suena más importante y elevada que sus posibles equivalentes en español: laboratorio de ideas, instituto de investigación, comité de expertos o de sabios,… Al fin y al cabo, insiste Fundeu, todas ellas se refieren a una misma idea: una institución o a un grupo de expertos que se reúne para reflexionar o investigar sobre asuntos de relevancia global (defensa, política, educación, etcétera).

Asimismo, otro de los espacios que se muestran más permeables a la recepción de voces extranjeras es, por supuesto, el del turismo. Por el simple contacto con personas provenientes del extranjero y por ese estatus del inglés como lengua de intercambio común, aparecen en el mundo turístico conceptos como el de ‘resort’. No obstante, la popularidad del término no le convierte en correcto. De hecho, es innecesario, puesto que expresiones españolas como complejo hotelero, complejo turístico o centro vacacional suplen con garantías el significado de este anglicismo para designar a “un complejo turístico que ofrece una gran cantidad de servicios, frecuentemente incluidos en el precio, como comidas, bebidas y diversas actividades deportivas y de ocio’. Ejemplos de este uso serían, ofrece la Fundeu, “del complejo hotelero de cuatro estrellas a la acampada libre”, “disfruta tus vacaciones en el complejo turístico más caro del mundo” y “en España hay centros vacacionales especiales para familias”. De igual modo, expresiones como ‘health resort’ y ‘ski resort’ también gozan de sus propias equivalencias en español: balneario y estación de esquí. 

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